jueves, 19 de febrero de 2009

LA CALLE DE LAS AVELLANAS

38 - la Calle avellanas

Es una calle cuyo trazado tiene forma de ese no muy pronunciada, ese de solaz y ese de sosiego y con el sello del encanto; calle de recodos que desde la Calle del Mar muere en la del Palau y es la de las Avellanas: calle de "azucats" próximos a su entrada y que siempre pintorescos, configuran y dan un singular encanto a éste rincón próximo al centro histórico. Después de sus primeras casas, nace a la izquierda y formando un ángulo recto la calle de la Cárcel de San Vicente, donde estuviera prisionero el que fue primero mártir valenciano, y desde el siglo XIV patrón de la ciudad.

Calle al paso de acontecimientos valencianos de gran fervor popular, como el vicentino, cuando en el día de nuestro patrón transita la calle la figura del diácono Vicente, tanto por la proximidad de la cárcel citada, como por el lugar donde fuera martirizado hasta la hora de su muerte en la cercana Plaza de la Almoina.

El tranquilo paseo entre macetones de bello ornato, da ocasión para que el paseante distraiga sus ojos ante la diversidad de establecimientos de antigüedades que allí existen, concentrados en torno al centro histórico donde destacan tiendas de portales de sabor decimonónico, y otras con sus anaqueles interiores repletos de objetos antiguos, algunos de gran valor.

Calle que especialmente brilla en la Festividad del Corpus en sus diversos actos, como el de la “Degollá” por la mañana, recreación teatral en recuerdo de Herodes degollando a los menores, y que termina en un enfrentamiento popular con las “poalas” de agua vertidas sobre la gente desde los balcones a lo largo de la calle.

Calle que contempla el paso lento de las rocas hacia la “subida del Palau”, cuya dificultad es vencida en ese momento gracias a los esfuerzos de la caballería arreciada por los huertanos, como paso previo al inicio de la Procesión del Corpus con el desfile de personajes y grupos escultóricos que hacen referencia a diversos episodios bíblicos, así como variados grupos de danzas de simbología religiosa, como preámbulo al paso de la Eucaristía en rica y bella Custodia.

Especialmente por sus comercios continuados y a tan particular ofrenda, tiene la Calle de las Avellanas el sabor dulce de lo añejo, el que nos lleva al recuerdo de lo antiguo y que luciendo en sus escaparates, rememoran al observante costumbres y objetos que hoy son utilizados como piezas de colección, o que por su belleza y adorno son el mejor regalo para cumplir en ocasión del obligado compromiso. O calle donde encontrar esa pieza selecta dispuesta a lucir el mejor lugar de nuestro hogar.

Calle de las Avellanas en la que luce espléndida la sede de la Real Academia de Cultura Valenciana que durante más de noventa años fomenta y da a conocer la historia y costumbres de nuestra tierra, así como muestra su orgullo en la defensa de la Lengua Valenciana en una actividad diaria al servicio del inquieto valenciano ávido de saber. El poeta valenciano Ausias March vivió sus últimos días en la calle Cabillers, la que desde la plaza de la Reina comunica con las de las Avellanas.

Permitidme que os recomiende un paseo por este bello rincón, el de la calle de las Avellanas, en cualquier tranquila mañana disfrutando de la contemplación de sus tiendas, o bien la asistencia en ocasión de las fiestas citadas, a cuyo paso procesional luce engalanada la calle tras orgullosa competencia entre vecinos: el mejor marco urbano para tan entrañables días festivos.

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