viernes, 28 de marzo de 2008

"A LA LUNA DE VALENCIA"

13 - A la Luna de Valencia

La Valencia amurallada hasta finales del siglo XIX dio origen a una leyenda que llega hasta nuestros días expresada en cinco palabras: “a la luna de Valencia”. Y se aplica cuando uno queda como al margen de una cuestión en la que no se entera, o que, quizá adormilado, no la comprende. No es pues este el momento de mencionar uno de los muchos bellos rincones existentes de nuestra ciudad, hoy abierta y sin murallas, y que se ofrece desprendida a quienes nos visitan, sino el de hacer alusión a la otrora zona al exterior de sus murallas, origen de este expresivo modismo con gran arraigo popular, no sólo en Valencia, sino también en gran parte de España.

Dice la leyenda que su origen viene dado porque los que llegaban a nuestra ciudad a hora tardía, se quedaban fuera de ella, impedidos para cruzar sus puertas ya cerradas y obligados a quedarse fuera de sus muros donde pasar la noche. La leyenda, cierta o no, figura como la más probable, pero rivaliza con otras menos conocidas, pero que no obstante, el viso de ser cierto su origen, tiene un mayor fundamento y su causa más creíble, por lo que tienen de lógicas dentro del ambiente propio de los años en que se originaron.

Las leyendas o relatos vienen de la época anterior a la expulsión de los moriscos valencianos a inicios del siglo XVII, que poblaban, en gran parte, nuestro viejo reino.

Una de ellas hace alusión a los barcos que costeaban nuestro mar, en el que un cerrado golfo de Cullera a Almenara forma la típica media luna de sus playas, y que representaba un gran peligro por sus muchos bancos de arena para las embarcaciones que desde otras costas se acercaban. Los marineros que por esta causa sufrían los efectos de un naufragio, o bien de una fuerte tempestad, por temor a los bancos, no podían entrar al puerto de Valencia, quedando a merced de las olas y sufriendo grandes pérdidas. Y en función de ellas, fueron extendiendo por sus países de origen la frase de alerta, con mayor o menor virulencia según lo mal que les hubiera ido la empresa. De tal manera y según este argumento, fueron las gentes de mar los inventores del modismo de quedarse “a la luna de Valencia”.

Se añade también como posible origen, la leyenda tradicional que en el momento de la expulsión morisca no todos pudieron embarcarse al mismo tiempo en el puerto de Valencia, debido a su enorme cuantía y a la escasez de barcas, quedando sobre la playa esperando la hora de ser transportados a las costas africanas. Cuenta la leyenda, que algunos, engañados por quienes se habían comprometido a embarcarles, se quedaron esperándoles en la playa durante tres días y tres noches, tiempo en el aparecieron unos desalmados cristianos y les quitaron la vida a la luz de la luna y en el clarear de la noche. Por esto, especialmente, y desde entonces, se hizo mayor la leyenda y se tiene por desgraciado o de mal agüero “el quedarse a la luna de Valencia”.

No es esto pues un rincón de Valencia, pero sí un eco cada vez más conocido, y que de una forma o de otra, contribuye a que nuestro nombre, el de la ciudad, sea requerido con gran acierto y frecuencia en cualquier tertulia de mayor o menor grado.

sábado, 8 de marzo de 2008

RUZAFA, LA TIERRA DEL GANCHO

53 - Ruzafa la tierra del gancho Cuando Damasco era la capital del mundo árabe e Hixem el gran Califa omeya, quiso éste bajar “el paraíso a la tierra” y lo construyó entre las tierras del Éufrates y la ciudad de Palmira. Al lugar le puso el nombre de Ruzafa, uno de los cien nombres que los árabes dan al cielo o edén. Abderramán tuvo que huir de aquellas tierras, dirigiéndose hacia la ciudad de Córdoba, califato dependiente de Damasco hasta que convertido en Emir, decreta a la ciudad española como Emirato Independiente. Añorando su origen, construye en la ciudad andaluza un bello jardín al que da el nombre de Ruzafa. Abd Allah, hijo de Abderramán, tuvo el encargo de su padre de reconstruir una Valencia saqueada y destrozada, a la que embelleció. Sus alrededores los convirtió en un vergel y como no podía ser de otra forma, a la zona más bella que la circundaba le puso el nombre de Ruzafa.

De todo aquello no queda nada, sólo su bello nombre. El pueblo de Ruzafa se anexionó a la ciudad de Valencia en 1877, y hasta ese momento, un histórico y rico pasado se sucedió en aquellas huertas hoy convertidas en casco urbano en el que bulle un barrio entrañable que no ignora su pasado.

La vida del barrio de Ruzafa gira en torno al mercado situado en su centro histórico, conformando un bullicioso rincón de la ciudad en el que destacan muy próximos el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, la Iglesia de San Valero y San Vicente Mártir y adosada a ésta, la capilla de la Comunión que la complementa.

En el mismo lugar donde se construyera este convento, emplazó Jaime I su tienda de campaña cuando estaba cercando la ciudad de Valencia; y fue allí donde el rey Zayyan firmó su rendición al rey cristiano, cuyo recuerdo reza en un bello mosaico en la fachada de la Iglesia gracias a la Agrupación Fallera de Ruzafa. La Iglesia de San Valero y San Vicente Mártir fue construida un año después de la Reconquista de Valencia en recuerdo de ambos santos: el Obispo de Zaragoza y de su diacono, el mártir patrón de la ciudad de Valencia. Destruida por un voraz incendio a principios del siglo XV se edificó una nueva Iglesia, y junto a ella, la Capilla anexa comunicadas por el interior.

El barrio de Ruzafa es popularmente conocido como “la tierra del gancho”, debido a que la Albufera llegaba hasta su entorno a través de sus canales. Para sujetar las embarcaciones utilizaban unos ganchos situados en el extremo de la “perchas”: la pértiga necesaria para navegar. Existen también otras creencias origen de esta denominación, pero menos infundadas; como que es debido a la simpatía y familiaridad de los ruzafeños. Sin descartar la que se cita debido el interés que se tenía en alcanzar al Santísimo Cristo del Grao cuando llegaba por el mar hasta la desembocadura del rio Turia, y los huertanos de Ruzafa intentaban rescatarlo para su parroquia utilizando los ganchos. También es conocido el popular barrio por el del “Contraste”, debido a la existencia en la zona de varias casas especializadas en contrastar el oro.

El Ruzafa de “dins” corresponde a un pasado sólo recordado por una generación cada vez más escasa, y cuyo único testimonio es el actual Paseo de Ruzafa. El de “fora”, cuyo punto neurálgico corresponde al actual Mercado de Ruzafa, es un lugar apacible y tranquilo cuando éste cierra sus puertas, y en donde aún quedan pequeños vestigios de sus calles estrechas, caprichosas, como recuerdos nebulosos que van desapareciendo por la renovación de un barrio en el que, sin embargo, el nombre de Ruzafa nos hace perpetuar los aromas de sus jardines y las bellezas de sus huertas, desaparecidos por el justiprecio de la modernidad. Pasear por él, recordando su historia, es perpetuar un bello rincón de nuestra ciudad.