martes, 27 de noviembre de 2007

EL NANO DEL CARRER D'EN LLOP

55 - El nano del carrer en llop
Acordarse de algunos de los rincones de nuestra ciudad resulta aún más entrañable cuando hace ya muchos años dejaron de existir, siendo desconocidos para la inmensa mayoría. Y precisamente por ello, hacer un hueco se hace necesario, alimentando nostalgias sin embargo no vividas, de una de nuestras viejas calles tantas veces transitada.
Si en la calle de En Llop, que desde la de San Vicente nos lleva a la Plaza del Ayuntamiento, alguien, ávido de conocer anécdotas de nuestra ciudad, preguntara por el “nano del carrer d’en Llop” con toda seguridad sería muy difícil que le respondieran con algún tipo de información.
Sobre la mitad de la calle y a su mano derecha entrando por la calle de San Vicente, existía hasta su desaparición una enorme y tosca estatua de piedra abrazada a una columna junto al portal de una casa. La basta figura, representaba a un hombre desnudo y con las nalgas hacia la calle en situación algo maliciosa: era conocido como “El nano del carrer d’en Llop”.
Muchas son las historias existentes sobre el motivo que llevó a Lorenzo Merita, dueño de la solariega casa, cuya entrada principal era por la calle la Sangre, a la colocación de la estatua sobre una columna de la fachada posterior en la calle de En Llop, lo que hace más intrigante el suceso.
Una noble familia valenciana, los Castillo, tenían su Palacio con puerta de entrada a la actual Plaza del Ayuntamiento, uno de cuyos laterales daba también a la calle que nos ocupa, enfrentada a la parte trasera de la casa de Merita. Pero no solo estaban encaradas ambas residencias, también sus dueños: los que en ellas habitaban.
La razón que parece más cierta de la aparición de “El nano”, es como consecuencia de la rencilla surgida entre Castillo y Merita que, ambos regidores del Concejo, estuvieron presentes en Madrid en el acto de la Jura del Príncipe de Asturias y después rey de España, Carlos IV. Por la asistencia a este acto, el noble valenciano Castillo adquirió el titulo de Marqués de Jura Real, y en la puerta de su palacio incrustó su recién estrenado escudo heráldico y coronado.
Lorenzo Merita se consideró agraviado por lo que consideraba un desplante hacia su persona, y así empezó un enfrentamiento que fue aumentado cuando el ya Marqués de Jura Real se empeñó en comprar la casa de Merita para hacer la carrocería de su Palacio, cosa que nunca consintió su dueño. Como el Marqués insistía en su intento, Merita, como burla, hizo colocar la estatua, dando a entender que se "cagaba" en los honores y dineros del Marqués de Jura Real. Este es el origen y significado más probable de aquella estatua, a la que los niños cuando pasaban por allí, solían rascarle y encender los mixtos en el trasero, utilizándolo además, como blanco de los juegos de calle por toda la chiquillería del barrio. Al derribar aquella casa, el editor Vicent Miquel Carceller, director de las revistas La Traca y el Cuento de Dumenche, lo adquirió y se llevó “al nano” a una finca que tenía en La Cañada.
El Marqués de Jura Real se fue a vivir a Madrid y su Palacio derribado por la nueva configuración que iba tomando la plaza, construyéndose sobre el lugar el magnifico inmueble de “La Adriática, S.A." que compite en belleza con el Edificio Barrachina, que según reza en el dintel de su puerta principal en la Plaza del Ayuntamiento fue terminado en 1930.
Entre ambos edificios, con la única rivalidad de su majestuosidad, la calle En Llop, recientemente convertida en peatonal, permanece tranquila, ajena a una curiosa historia que si fue fruto de los celos, quedaron estos cicatrizados con satírica imaginación.