jueves, 28 de abril de 2011

EL RINCÓN DE LA PLAZA DE LA COMUNIÓN DE SAN ESTEBAN

29 - La Plaza de Comunión de San Esteban_rincon

Caminando la ciudad a la búsqueda del sabor de las callejuelas que tanto abundan en su centro histórico, en cualquier instante encuentra el viajero algo que le llama la atención. En especial, cuando el mismo nombre de una calle anuncia por su acepción la indicación de respeto que por su presunta dignidad merece. Es el caso de la Calle de Los Venerables que invita al caminante a adentrarse por ella ignorando cualquier posible sorpresa que le puede devenir.

Avanzando por la calle, estrecha y de corto recorrido, tras su ensanche con nombre de plaza, se anuncia a su final un recodo con visos de cierta originalidad. Pero vale la pena detenerse por un instante en la conocida como de Mossén Milá que a su paso destaca un edificio con largos balcones de artesanal forja que delatan el buen gusto de su época, y al que se anexa otro con dos blancos miradores configurando un lienzo de casas que la ennoblecen.

Llegado al punto, causa sorpresa la presencia de un pequeño rincón con todo el sabor añejo que por las piedras y los lucidos de sus fachadas ofrecen al complacido peatón.

Es así como nos encontramos ante el pequeño rincón de la plaza de la Comunión de San Esteban, donde existen las dos puertas traseras de la parroquial, antigua mezquita musulmana, convertida al culto cristiano tras las Reconquista de Jaime I.

Auténtico y recoleto, creado tras el derribo de la casa abadía en 1780 con dos puertas en los lados de uno de sus ángulos. Una de ellas, la de la Capilla de Comunión, la que da nombre a la plaza, indica la fecha de su construcción de 1696 labrada en el dintel que sustenta en barroca representación un eucarístico copón, construida la capilla siguiendo la costumbre de que en las antiguas parroquias se adosara un nuevo centro de recogimiento con el genérico nombre de la Comunión. Y la otra, en el lado central, corresponde a la puerta trasera de la Iglesia de San Esteban, cuya fachada principal da a la plaza de su nombre entre la Calle del Almirante y la Plaza de San Luis Beltrán.

En el resto de la plaza prima la sencillez de un edificio de cuatro plantas con blancos ventanales que no la desmerece, sino todo lo contrario, al ser uno de los lados que contribuye a darle semejante forma a tan peculiar rincón, anclado tras la parroquial de San Esteban de rico pasado, sita a la sazón en uno de los ventrículos del corazón de la ciudad.

La actual plaza que une la Calle de los Venerables (en memoria de la santidad de los Vicente Ferrer, Luis Beltrán, Beato Nicolás Factor, quienes entre otros fueron bautizados en la Iglesia de San Esteban, en la pila bautismal que recibe el nombre del primer valenciano que fuera santo dominico, el citado San Vicente Ferrer) con nuestro “rincón”, la ya citada de Mossén Milá, era conocida antaño como Plaza de las Moscas, tal y como se anuncia en el plano del Padre Tosca debido a los numerosos puestos de carne que existían desde la “calle del Palau” y que llegaban hasta la citada plaza.

Lugar pues al que se accede desde la “calle del Palau”, o por su parte norte desde amplia Plaza de Nápoles y Sicilia que por su tranquilidad vale la pena conocer. Cima sus aleros, sobresale la torre campanario que concentra en su armonía la sencillez de tan singular rincón, dando ocasión al caminante a la visita interior de uno de los más antiguos templos de la ciudad con su famosa pila bautismal del que sería santo dominico y de la que se dice que los allí bautizados no fenecen por accidente.