domingo, 27 de febrero de 2011

PLAZA DE LA COMPAÑÍA O DE "LES PANSES"

18 - La plaza compañia

No podía faltar entre los muchos rincones que callejeando la ciudad deleitan nuestra atención, bien por el encanto de sus balcones corridos, bien por sus ménsulas que los sustentan, bien por el murmullo de una fuente o bien por la banca de piedra donde el paseante repone sus fuerzas, por citar algunos de los elementos que justifican nuestro alto en el camino, no podía faltar, les decía, el rincón sito en la popular “Plaza de les Panses” y en el nomenclátor de la ciudad como la de la Compañía: el que por su sabor épico macerado desde la sencillez y el orgullo de un personaje singular, confiere, entre otros, uno de sus atractivos.

Sucedió un 23 de mayo de 1808, cuando “el Palleter”, un sencillo vendedor de pajuelas para prender el fuego que nada más tener conocimiento mediante la Gazeta que se vendía en la misma plaza de la abdicación de Fernando VII en beneficio de Napoleón, cogió su faja a la cintura, la desgarró, y con un trozo de ella anudado a una caña junto a una estampa de la Virgen de los Desamparados, subido a una silla, alzó su voz declarando la guerra al invasor:

-¡Un pobre palleter li declara la guerra a Napoleó!

El hecho queda perpetuado en una placa de piedra en el muro que cierra al jardín de La Lonja frente a nuestro rincón. Un desconocido personaje cuya historiografía se reduce a ese instante, toda vez que desde aquel día pasó al anonimato de la vida valenciana.

Plaza recoleta en la que destaca la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, de la Compañía, junto a la que fue Casa Profesa de los Jesuitas y actual residencia de jubilados de la Orden. En ella se albergó el Archivo del Reino hasta su definitivo traslado a la Alameda. El origen de la Iglesia se remonta al siglo XVI, pero tras ser derribada por la revolución de “La Gloriosa” fue nuevamente reconstruida veinte años después, luciendo sus tres puertas con arcos de medio punto bajo un rosetón de hierro en lo alto de su fachada que en toda su amplitud domina la plaza.

Un banco de línea curva, de granito, en un rincón de la plaza es de utilidad al caminante para observar relajado el alto torreón de la Lonja de la Seda, junto al que se contempla una parte del cilindro que forma la escalera de caracol necesaria para su ascenso. Se observa éste sobre el muro de almenas coronadas, así como el bloque que albergara la institución medieval del “Consulat del Mar”. Institución que ya había sido creada en el siglo XIII, la más antigua de España en su genero.

Con la construcción de la Lonja de la Seda por el maestro de obras Pere Compte en el XV se refrendaron los años de esplendor de la capital del Reino y a la sazón la ciudad más importante de la Corona de Aragón. Monumento del gótico que tras su ampliación en el siglo XVI y desde el interior Patio de los Naranjos se accede por una escalera de piedra adosada al muro a la Sala Dorada, donde el visitante puede contemplar el techo policromado procedente de la derribada “Casa de la Ciudad”.

Completan la plaza dos edificios enfrentados: uno de entresuelo y dos alturas, sencillo y bien cuidado que hace esquina a las calles de las Danzas y Cordellats, y otro de amplio chaflán, de cuatro alturas, que cima sus dos amplias ventanas enrejadas en el entresuelo, en cada una de sus plantas observa el visitante sus tres balcones de hierro forjado que van disminuyendo en su tamaño según ganan en altura; situadas a sus lados, las Calles de la Cenia y de La Lonja en la que destaca una de sus puertas, la más bella del edificio más representativo del gótico valenciano.

Rincón que aunque popularmente es conocido como “Plaza de les panses”, en realidad este nombre era el que tenía con anterioridad la cercana del Doctor Collado, al hallarse un tienda de pasas junto a la Lonja del Aceite y que con su derribo se abrió la nueva plaza.

Rincón pues, en el que predomina el gran retablo de La Compañía sobre su entorno, pero sin desmerecer a la pequeña muralla que protege al jardín de la Lonja con la placa en recuerdo del Palleter, tanto en cuanto escudriñamos el majestuoso torreón entre un cerco de coronadas almenas que rememora en todo su conjunto un rico pasado histórico de ocho siglos, que les recomiendo visitar.