sábado, 28 de agosto de 2010

LA PLAZA DE SANTA MARGARITA

25 - La Plaza santa margarita

Existen rincones que por si mismos alcanzan el mérito de transformarse en museos urbanos lejos de su intención; plazuelas “festoneadas” de obras de arte que en arracimada armonía cubren su contorno. Por lo que, con tal presencia, ofrecen al tranquilo paseante la ocasión del gozo escudriñando en sus fachadas una suerte de variados balcones de forja, de ventanales enrejados y de un mirador de madera como fruto del trabajo artesanal en el que sus creadores debieron rivalizar en el momento de su construcción. Al igual que los sencillos adornos de estucos y ménsulas creando un grato rincón en el que se funden lo bello con lo estético.

Enaltece a nuestro “rincón museo”, entre otros, un refinado balcón corrido enriquecido por un par de frontones que realzan su esplendor, formando su fachada ángulo con otro edificio que, si más sencillo, se complementa con el aporte del citado mirador, al igual que con sus balcones de una o dos ventanas creando ambas fachadas una de las aristas de la plaza cuadrangular.

La otra, y que complementa la placita, está exenta y en su diagonal, abierta a la Calle Trinitarios en cuya mitad del trayecto aparece. Lucen en sus tres alturas la gracia de sus balcones que la conforman, merced a sus diferentes estilos en los que se muestran la belleza de sus acabados gracias a una mano artesanal fortalecida por el golpe del martillo sobre el yunque al calor de la fragua, dando forma al hierro forjado con la destreza de su maestría.

Larga Calle de Trinitarios que comunica la antigua Iglesia de El Salvador, la que fue Mezquita, con el majestuoso conjunto del Palacio e Iglesia del Temple construido en su actual estructura en el siglo XVIII tras la destrucción por un terremoto del Castillo de Montesa, y cuya consecuencia inmediata fue el traslado de la Orden en época de Carlos III a las antiguas instalaciones de los Templarios de las que toma su actual nombre.

Rectilínea la de Trinitarios, traslada al viandante desde la Plaza del Poeta Llorente, “el Padre de las Letras Valencianas”, a la Catedral, en cuyo trayecto se halla el Seminario Conciliar, con un magnífico claustro y actual Facultad de Teología, reuniéndose en su recorrido un conjunto monumental que nacido en la Reconquista, con sus posteriores transformaciones llega a nuestros días como una página de nuestra historia.

La plaza que a mediados del XVIII era conocida como la de la Alcudia, cambió su nombre avanzado aquel siglo al actual de nuestros días, siendo su motivo la existencia de un altar en recuerdo a Santa Margarita de Escocia quien destacó por su ayuda a los pobres.

Recoleta plaza en la que bien vale la pena detenerse un instante por la abundancia de sus balcones, y que por su pequeñez, la hace aún más singular cual pequeño museo al aire libre que de forma espontánea y sin pretenderlo, da ocasión a la existencia de uno más de los muchos rincones de nuestro centro histórico que merece nuestra atención.