lunes, 27 de diciembre de 2010

LA PLAZA DEL POETA LLORENTE

23 - la plaza poeta llorente

Más que una pequeña plaza es como una brecha abierta en el perímetro del casco histórico en la que en su cicatrizada herida brotan páginas de leyendas encastradas en la cuña que la forma; pero no por ello deja de ser un pequeño rincón, abierto en el lugar exacto en el que se simboliza la capitulación de la Valencia musulmana y el inicio del reino cristiano por la acción del Rey Conquistador, Jaime I de Aragón.

Primero fue un lugar ocupado por el lienzo de la muralla árabe y tres siglos después por el cristiano. En él se fundieron sus piedras, tanto en cuanto la conocida como la puerta del Cid, la de Bab el Schadchar, situada junto al torreón en el que como señal de su entrega y según cuenta la tradición -por otra parte cuestionada por su falsa identidad y ausencia de documentación que la acredite- izaron los musulmanes en 1238 el “Penó de la Conquesta” (actualmente conservado en el Museo Histórico Municipal del Ayuntamiento de la ciudad) como señal de su rendición.

Corresponde al mismo lugar que ocuparon los Templarios por concesión del “Conqueridor” y que desde 1770 fue habilitado de nueva planta como Iglesia, Convento y Colegio de Montesa, cuando un terremoto en 1748 destrozó el Castillo de la Orden que había recibido toda la herencia de los Templarios, al ser suprimidos estos por Clemente V en el siglo XIV. Se estableció entonces y como nueva sede cisterciense, en la actual Plaza del Temple (aledaña a nuestro rincón) laborando hasta la desamortización de Mendizábal del siglo XIX. Momento en el que pasó a denominarse como Palacio del Temple en sus funciones de sede gubernamental y en cuyo lateral izquierdo a la plaza y en recuerdo de su pasado, una lápida de piedra informa al curioso de su rica y crucial historia.

En el centro de la Plaza del Poeta Llorente, luce esbelta la estatua de José Ribera, “el Españoleto”, de Mariano Benlliure. Sin duda uno de los monumentos más viajeros de la ciudad, toda vez que inaugurado frente a la puerta principal del Temple en 1888, fue trasladado en 1905 a la Plaza de Emilio Castelar, para seguir en su peregrinaje en 1930 a nuestro rincón y a escasos metros de su primer emplazamiento.

Y en el lado derecho del rincón triangular la casa donde vivió Teodoro Llorente Olivares, quien da nombre a la Plaza. Reconocido como “el Padre de la Lengua Valenciana” por la decidida defensa que hizo de ella, tanto en cuanto fue el principal impulsor de su Renaixença. En su recuerdo una placa de piedra testimonia el edificio modernista habitado por tan insigne poeta, en el que destacan sus balcones de hierro y sus miradores que debieron dar luz e inspiración en las horas de sus líricas obras repletas de impronta valenciana.

Bello edificio del siglo XIX levantado sobre el solar del Convento de los Trinitarios Descalzos, que desde 1652 y hasta la desamortización citada, dio nombre a la plaza al recaer en ella la fachada de su iglesia conventual.

En el vértice de nuestro singular rincón destaca un enigmático edificio de sabor palaciego del que lo poco que de él se conoce es que vivió Manuel González Martí. En él, albergó su colección de cerámica hasta su traslado definitivo al Museo Nacional en el Palacio del Marqués de Dos Aguas.

La Plaza del Poeta Llorente es un rincón que invita a la rememoración de nuestra historia bajo el eco dormido del mejor de nuestros poetas, siendo el que más y mejor contribuyó al renacimiento de la Lengua Valenciana, así como el principal impulsor de “Lo Rat Penat”, la sociedad literaria de finales del XIX.

Vale la pena detenerse ante la elegante estatua de Ribera y escrutar todo su entorno por lo mucho que significó en su rico pasado, antes de perderse por sus callejuelas que de allí parten en relajante callejeo hasta el corazón de nuestra ciudad. No dejéis de hacerlo.