domingo, 18 de enero de 2009

LA PLAZA DE NULES

36 - la Plaza de Nules

Es una plaza tranquila, con tan solo dos bancos de piedra frente a la puerta blasonada del Palacio Catalá de Valeriola, edificio felizmente restaurado hace unos pocos años. Plaza recoleta y rectangular, tiene el atractivo de su escondido encuentro, al tiempo que nos remonta a un pasado de alta alcurnia, distinguido y señorial. Lugar de caminar tranquilo entre los enrejados de sus ventanales y sus balcones corridos, lento y sin prisa alguna, salvo para quien represente un atajo, vía a su destino con algo de prisa.

Próxima al centro histórico de Valencia, el de la Catedral, nace de una calle angosta y peatonal, y que por un ligero ensanche de su calzada se convierte en una plaza singular flanqueada por dos palacios de bellas fachadas, así como de rico pasado, tanto histórico como cultural, incluso de pintoresco porte académico.

Posee, además, el atractivo de ser un reducto al murmullo peatonal de la calle Navellos, a la que es paralela, así como al hurgar en su pasado, el embozo tertuliano y cultural flota entre las paredes del Palacio Catalá de Valeriola; así como el de epopeyas caballistas en el Palacio de la Real Maestranza de Caballería de Valencia, que está situado enfrente.

La Plaza de Nules pues, es uno de esos rincones que en su sencillez, el poso que alberga tiene el mérito de darle una impronta única a nuestro pasado por ser en uno de sus palacios el lugar donde se reunían en su anonimato peculiar los integrantes de la “Academia de los Nocturnos”: los más ilustres personajes de la época, a cuyo frente estaba el caballero Bernardo Catalá de Valeriola, dueño del palacio, y de quien actualmente recibe el nombre tan bella casona, a pesar de haber tenido varios propietarios desde aquellos años finales del siglo XVI, en los que la ilustre Academia practicaba sus coloquios.

Con el recuerdo de los “Nocturnos” destacan con su pintorescos nombres, como el de “Silencio” –el que correspondía al propio mandatario Bernardo Catalá- y al que se le unían los de “Miedo”, “Sombra”, “Descuido”, “Sosiego”, “Fiel”, “Temeridad”, “Horror”, “Vigilia”, “Tinieblas”, “Secreto”… hasta completar el número de cuarenta y cinco miembros que formaban las famosas tertulias literarias de todos los miércoles al atardecer. El recurso al “nick”, bien pudiera ser considerado como una avanzadilla de cinco siglos antes a los actuales seudónimos tan utilizados por Internet.

Frente al Palacio de Valeriola, de tan ilustre pasado, el de la Real Maestranza, dando encanto a la pequeña plaza en su lúdica aportación como institución ecuestre, bajo cuya custodia se celebraban los torneos y justas de la nobleza valenciana en ocasión de las visitas reales a nuestra ciudad, o cualquier otra conmemoración de afamada raigambre, así como su participación en las fiestas más populares y en la actualidad dedicada a menesteres filántropos.

Completa la plaza el paso de la Calle San Francisco, con una fachada de trabajados balcones cubiertos por marquesinas de hierro que le dan realce, como palcos engalanados que la adornan y contemplan.

Escasa y pequeña Plaza de Nules y de corto recorrido, pero singular rincón valenciano que no es de desmerecer, como lo demuestra su cuidado aspecto, sus lustrosos macetones de pequeñas palmeras y un par de bancos de piedra donde contemplar la fachadas arquitectónica del de Valeriola, enriquecida por sus frontispicios triangulares y sus recias rejas, en las que parecen percibirse los ecos tertulianos de los Nocturnos adormecidos por el tiempo.

Sencillo y coqueto rincón valenciano en el que bien vale la pena perderse, sin duda relajado.

3 comentarios:

Mª Dolores dijo...

Este rincón de tu ciudad, sí tengo el gusto de conocerle, fue por casualidad, desde la Catedral iniciamos un paseo que nos llevo a una calle peatonal, por la tranquilidad y agradable que nos pareció seguimos por ella hasta la plaza. Nos encontramos con un entorno encantador y limpísimo, sólo nos faltó el guía para dar la oportuna explicación, cosa que afortunadamente para mí, tú has aportado.
Un abrazo.

MISMA MUJeR dijo...

Te leo y de pronto me teletransporto, o ¿letransporto? a tu ciudad. Me dieron ganas de copiar tu idea y salirme a tomar fotografías a mi ciudad, pero de pronto me desanimo jeje.

Ojalá pudiera estar en esa plaza, tomandome un café contigo (o un whisky por eso de mi alcoholismo latente jeje) y escuchándote hablar de las cosas maravillosas que escribes sobre ese lugar. Cerré los ojos después de leerte, y casi pude sentirme sobre una de esas bancas de piedra, escuchando el murmullo de la gente a mi alrededor.

Un beso enorme.

Ya soy seguidora :)

Miguel Ángel dijo...

Miguel Ángel (miguellabatasan@gmail.com) -2024-03-18- 15 años después de leer
tu magnífico relato, a mis 86 años, me trae recuerdos de mi infancia, a los 7 años, cuando transitaba por esta Plaza, desde mi casa (tienda de ultramarinos) de mis padres, en la Plaza de Moncada número 2, acudiendo a mi primer colegio, de los Padres Franciscanos, durante 2 años, en la Plaza de Cisneros. Hoy en día, con todo mi tiempo libre, estoy enfrascado en recoger un amplísimo (torpe y corto) recuerdo de mi añorada y algo alejada y querida ciudad, sobre sus Plazas, Calles, Iglesias, Palacios, etc. etc., empezando por mis barrios mas afines, LA SEU y EL CARMEN, y me atrevo a pasear por ellos, acompañado por mi hija Mamen, a la cual le he inculcado el interés del amor por nuestra Ciudad. Muchas gracias. Espero que aún puedas leer este comentario.