viernes, 25 de septiembre de 2009

LA PLAZA DEL CONDE DE CARLET

27 - la Plaza conde de carlet b

La Plaza del Conde de Carlet es un rincón escondido muy próximo al centro histórico de Valencia que, por su escaso tráfago, más parece un lugar olvidado o desconocido por el paseante que, cercano a la Seo, disfruta sus horas de asueto.

De planta cuadrangular y pese a confluir en su entorno cuatro calles, la tranquilad marca su impronta. Un banco de piedra contempla cuatro cipreses en los que se esconde una taza de piedra de la que emerge en forma de copa octogonal una fuente de la que manan cuatro hilillos repicando en la alberca, y que pese a su debilidad, el murmullo de sus aguas se escucha en toda la plaza gracias al silencio que permanentemente reina en las fachadas que la rodean.

Les decía que es una plaza poco transitada al no ser un lugar ni de acceso ni de salida del centro de la ciudad, y su visita, es más fruto de quienes interesados por conocer sus rincones se pierden entre callejuelas y al contemplar sus viejos caserones, gozan de sus portales siempre a la búsqueda de un lugar que invite a su disfrute.

Se alza majestuoso en tan recoleto rincón el antiguo Palacio del Barón de Ariza, decimonónico, que estirándose entre dos de las calles que dan a la plaza, luce en su chaflán y a segunda altura un artístico mirador de hierro fundido, cubierto de cristal que prevalece sobre el resto de los ventanales que decoran tan solariega mansión.

La espalda del Seminario Conciliar de la Calle Trinitarios forma uno de sus lados, y su ladrillo cara vista da un toque austero al igual que sosegado y que la plaza agradece. Rodeada en la cercanía de otras plazas más transitadas, con seguridad igual de bellas, pero sin la paz de su silencio, y muy próxima al Jardín del Turia que a escasos pasos se encuentra, se esconde éste mi nuevo rincón que os ofrezco.

De mayor presencia en el tiempo, fue cuando antaño el Colegio de Nuestra Señora de Loreto residía en la plaza, lo que le dio mayor trasiego de gente durante sus años de estancia. Sin embargo, y por su refugio, no faltó en tan escondido rincón la ocasión del conjuro, como cuando en una de sus casas los liberales conspiraron contra el General Elio, y que pese a su refugio, algún delator le puso en aviso y personalmente y sable en mano, el leal fernandino terminó con el enredo.

Fue a Don Jorge de Castellví y López de Mendoza a quien se le otorgó el titulo de Conde de Carlet, destacando en su labor repobladora tras la expulsión de los moriscos de 1609 desde su residencia en la Ribera, en cuyo recuerdo recibe su nombre tan recoleta plaza.

Pequeño rincón que por su soledad, bien merece nuestra visita; al menos cuando imaginando los cimientos de nuestra historia, tras un pequeño quiebro en el caminar, el encuentro de un banco de piedra en un lugar tranquilo donde rememorar nuestro pasado y a pocos pasos de su inicio, bien vale la pena. Os lo aconsejo: en el repicar de sus cuatro hilillos de agua, daréis con el mejor de los ecos en el corazón de la ciudad.

Sin desdeñar, en los afortunados, la ocasión de un romántico encuentro en tan escondido rincón.