Callejas en torno a tan pequeño rincón con sabor a horchata y aroma de chocolate, punto de llegada a quienes manteniendo la ilusión de la suerte, buscan la fortuna en los dos acreditados despachos de lotería bajo el señuelo de la Santa, a quien demanda su ayuda el jugador habitual o improvisado.
No, no es nuestra plaza el lugar apacible, tranquilo, con banco de piedra en el que descansar, o en el que un árbol pincela su gracia y una fuente regala su murmullo al modo de un rincón relajado ideal para un leve descanso. No, no lo es.
Mas no por ello está exento de seducción y sí de la fascinación que produce ver cómo de forma perenne ofrece la vitalidad de su entorno, bullicio en el que la Iglesia de Santa Catalina y su torre campanario ocupan un lugar capital sobre la peana vibrante y recoleta que como tal rincón, es digno de admirar.
Primero fue mezquita y luego parroquia cristiana, y por decisión del Rey Don Jaime el Conquistador recibió el nombre de Santa Catalina, alcanzando su dominio hasta la huerta de Campanar.
Pequeño rincón que, más si cabe, tiene el encanto de su perspectiva desde el final de la calle de la Paz, con la torre campanario de Santa Catalina al fondo, en una de las muestras más singulares del barroco europeo que, como anécdota curiosa, tuvo la desdicha de estar a punto de ser victima de la piqueta ante el proyecto urbanístico de ampliar hacia Cuarte la vía citada, la más bella y cuidada de Valencia.
Torre de Santa Catalina que supera en belleza a su vecina la del Miguelete, pero que al estar ensombrecida por el campanario catedralicio, alto, majestuoso y sinfónico, en ocasiones la hace pasar desapercibida y como llena de celos. No así para quienes fieles a la tradicional visita a los lugares de siempre -los antañones Horchaterías del Siglo, con sus regios salones; o la de Santa Catalina, de valencianos mosaicos que visten a sus paredes, así como la enmarcada mesa de mármol en recuerdo de las repetidas visitas que hiciera la Infanta Isabel en los primeros años del siglo pasado; y Chocolates Sanz-Santa Catalina con la centenaria y artística marquetería de sus vitrinas- reponen sus fuerzas en ocasión de tan entrañable esparcimiento callejero, tanto en cuanto aprovechan para gozar ante la arquitectónica torre que, mimosamente restaurada en su porte hexagonal, luce esbelta y ornamentada.
Rincón de recuerdo a prestigiosos establecimientos desparecidos, como lo fueron la Farmacia y Laboratorio del Dr. Graus, cuyas fachadas permanecen cobijando modernas franquicias con aroma de café.
Ya pequeña plaza, pero animado rincón, igual se ofrece gentil al turista ansioso de guardar en su máquina digital el recuerdo de su presencia, a la que os invito a quienes deseen conocer el otrora corazón comercial de Valencia y hoy epicentro de una ciudad abierta y vivaz, generosa a quienes la visitan.
2 comentarios:
Gracias por mostrarnos este rincón.
Tengo un blog de Viajes y otro cultural en el que también hablamos de la ciudad de Valencia. Me ha encantado tu blog! Te sigo!
Viaje al atardecer
All About Cities
buen lugar para disfrutar de una bebida tipica valenciana: la horchata y/o de un sabroso chocolate caliente
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